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Tomar consciencia vol.2: el disfraz de víctima

Bienvenidos a esta segunda parte de la serie Tomar consciencia que va desde, asumir la responsabilidad de nuestras vidas hasta aprender a identificar y soltar los efectos de las memorias acumuladas en la mente inconsciente. En este caso hablamos del disfraz de víctima.  En el vol.1 de la serie tomar consciencia, hablábamos de la historia de empoderamiento de la ratita Margaret. La ratita Margaret es un ejemplo real de consulta. Ejemplifica como alguien puede salir de su ratonera mental y liberarse asumiendo una nueva vida que incluya a la anterior y la traspase.

Quiero saber más sobre el vol.I tomar consciencia y la historia de la ratita Margaret

Margaret no sabía nada de proyecciones inconscientes, anclajes o programas, sólo sabía que sus peores terrores se veían manifestados en su día a día y que el cansancio se acumulaba por momentos. La solución fue un cambio del foco externo al interno. Pasar de una mirada temerosa a asumirse como causa e ir con confianza, produjo el cambio en los efectos de la vida. No cambió cosas en la ratonera, Transformó su condición de centrarse en su vida en la ratonera en decisión. Su nueva decisión giraba en torno a los campos que quería disfrutar y recorrer en lugar de dónde no quería estar.

El cambio de foco, intérprete, diccionario de la vida, mentalidad o percepción, (todos son sinónimos), traen como consecuencia cambios radicales en la conducta. Cuando abrazamos y comprendemos la información de eso que sentimos, en relación a lo que parece ocurrir, se deshacen libremente esos vínculos y lealtades. No ocurre por rechazo o huida, sino por decisión y comprensión. Se transforma sin condenar y juzgar a las circunstancias o los personajes que han interpretado el teatrillo de la vida. Sueltan lastre, deshacen nudos emocionales y asumen su plena libertad.

Liberarse es mirar con inocencia lo que ocurre, sin posicionamiento, sin justificar, sólo tomando decisiones coherentes y honestas libres de deudas y lealtades de memorias pasadas.

Una forma de utilizar el teatrillo de la vida para reenfocar con sentido del humor y sentido común es salir de nosotros mismos, observar la obra de teatro y preguntar: ¿Qué papel interpreta cada cual? ¿Con quién se identifica o se deja de identificar? ¿Actúas de madre o padre de tu pareja? ¿Marido o mujer, o padre de tus padres? ¿Víctima o víctimario? ¿Eres Capuleto, Montesco o estás en medio como el jueves paralizado? ¿Te crees la proyección de la obra o recuerdas que eres otra cosa , más allá de lo que interpretas y que, anecdóticamente te encuentras interpretando un personaje hasta que recuerdas quién eres?

En esta ocasión, antes de ver cómo liberarnos del condicionamiento en el volumen 3 de la serie, vamos a ilustrar cómo afectan las drogas mentales y los anclajes a no salir de la ratonera. Tomaré otro caso de consulta en el que la persona decide vivir su vida como víctima de las circunstancias. Pasaremos por distintas formas de ver adicciones y anclajes. Recordemos que sufrir o vivir una situación: decidir interpretar el papel de víctima de los avatares o empoderarse, es lícito y no juzgable. No obstante, así mismo, es bidireccional.

No existen víctimas en el universo, pero sí podemos experimentar los efectos de aquello que decidamos para nosotros. Para abreviar llamaré víctima a la persona que decide interpretar ese personaje y asumir sus efectos, ante lo que aparenta ocurrir. No obstante, no es víctima, es la responsable de su vida y decide vivirla así.

Yo decido cómo vivir mi vida y permito que le otro haga lo mismo

Clave a tener en cuenta: El truco de esta frase reside en que, si yo decido cómo vivir mi vida, es decir, experimentar el sufrir esa situación, estoy aceptando esa situación y asumiendo sus consecuencias. Si además permito que el otro haga lo propio, estoy aceptando esa situación y sus consecuencias. En ambos casos el foco está en mi interior y por consiguiente ya me estoy empoderando. Por ende queda claro que son distintas experiencias en las que se asumen las consecuencias. Comer un escorpión y comer un helado es exactamente lo mismo, a no ser que no queramos comerlo y nos obliguemos sin aceptar esa situación.

El verdadero caso de víctima es no querer ni lo uno ni lo otro, resignarse y auto-compadecerse sin decidir. En el artículo de culpa es la persona regodeándose en el wc sucio (léelo aquí)

La víctima quiere su droga de neuroquímicos mentales, es un adicto y con ello también adquiere sus pequeños beneficios

La persona que se siente víctima piensa: Yo siento que lo que creo que ocurre no debería ocurrir. Decido que no soy causa, ni consecuencia en mi vida, soy un mero títere. Espero que algo externo, ajeno a mí me satisfaga. No obstante aquí está el truco. Los no puedo son no quiero inconscientes. Es decir, quiere que algo la satisfaga y la salve asumiendo que nada va a cambiar. Como se aferra a ese nada va a cambiar como tapadera de sus miedos, más le vale justificar que nada cambia, así ya ni merece la pena comprobarlo. Además este «no merece la pena comprobarlo» se convierte efectivamente en esa tapadera perfecta de resignación y miedo que le reafirma. El disfraz de víctima tiene heridas y programas a sus espaldas y tantos miedos conscientes e inconscientes que esta aparente resignación del «no puedo» es la protección perfecta a vivir y ver sus propios juicios manifestados. Prefiere decir no puedo a transitar el miedo, aún a sabiendas de haberlo traspasado en otras ocasiones.

Lo que considera su vida, sus penurias y su cansancio son la excusa perfecta para no mirar donde no quiere mirar. Su comportamiento se asemeja a un alérgico a la leche que decida tomar leche todos los días a sabiendas de que le hace daño y se pregunte incrédulo por qué le dan fuertes reacciones. 

La persona que decide experimentar ser víctima, se niega a soltar su cactus. Se aferra a él por obtener alguna pequeña ganancia: atención, sentimiento de inocencia, infligirse un castigo para intentar que la vida lo castigue, mendigar amor… No se da cuenta de que proyecta ese profundo desarmor, sostiene/valida la idea de sufrimiento y atrae más de lo mismo a su vida. Está cómoda en el cactus y no quiere probar nada nuevo. La  persona que se identifica a sí mismo con una víctima es un gran adicto. Espera que lo abracen y lo cuiden, sin aceptar abrazos y cuidados o, lo que es lo mismo, dependiendo de ellos de una manera determinada, sin querer abrazarse y cuidarse a sí mismo.

No se trata de demonizar a nadie y posicionarse en el polo opuesto, victima y héroe son el mismo patrón, cada persona decide experimentar lo que desee. ¿Hay una salida? Sí, aceptar, amar, acoger todo sin juicio. Saber que sólo te liberas a ti mismo por medio de lo otro

Reitero que nada de esto es malo o bueno. Son distintos estados de consciencia, elecciones y aprendizajes determinados. El aprendizaje es bidireccional. Si yo pretendo cambiar a la persona que decide ser víctima, le refuerzo su idea de rechazo y la estoy rechazando. Simplemente se le ve tal cual es: un ser amoroso, grande, digno que decide experimentar ser un personaje inventado. Se hace lo que se puede y se camina hacia adelante con lo que se puede, hasta ese día que uno se dice: tiene que haber otra manera. El aparente problema no reside en cómo vive la ficticia víctima, sino en sus exigencias para lo externo.

El personaje de victima dice, esto no debería de ser así, pero no quiero ni molestarme en pensar cómo debería de ser

Ni hablar de pararse a observar y cuestionarse sus pensamientos o: qué ocurre en relación a mí, esto es así, qué necesito, qué puedo aprender o transformar en mí. Yo sigo igual pretendiendo que lo de fuera cambie a algo imaginario que me haga feliz. ¿Y qué te haría feliz? No sé y no voy a pensarlo, pero esto no, eso seguro. En mi experiencia diaria puedo observar el juego y teatrillo del rechazo con ternura en algunas consultas.

Muchas veces es algo así: juzgo que me ignoran y me rechazan pero yo rechazo mi vida y me ignoro. No sé amarme, respetarme y pretendo que me respeten o amen. Me siento desmerecedor y no te pediré atención directamente. No obstante, de forma indirecta y, sin que se note demasiado, procuro dar penita y llamar la atención porque no estoy nada conforme.

A veces es muy útil poner ejemplos graciosos para liberarse por medio de  la risa cuando nos hacemos conscientes de los absurdos que somos como títeres a merced de la programación inconsciente.

También observo teatrillos de: no sé como ser especial, no sé cómo hacer que me quieran, así que voy a ser especial dando lástima sin darme cuenta porque creo que así funcionan las cosas. No se dan cuenta de que, incluso si todo cambiase serían incapaces de apreciarlo, al llevar las gafas de rechazo, desmerecimiento, de drama, de vergüenza en sí mismas y, a la vez, no querer abrazar a esas emociones para liberar esos filtros. Veamos este caso de consulta.

En esta ocasión llamé Cintia a un personaje ficticio que interpreta la víctima. Cintia no es un caso concreto, sino que recopila muchos casos  reales de distintas personas aglutinados en ella, sin ser nadie en particular. Todos hemos podido o podemos interpretar el papel de Cintia en alguna ocasión, no hay nada de malo en ello. Es un juego, ¿recuerdas? Si estás en Cintia, sé consciente, ríete de ti y sigue adelante.

  • Una amiga le dijo: Te quiero, no te juzgues eres inocente. Sólo admite que no supiste hacerlo de otro modo y haz algo por abrazarte a ti. Suelta esa emoción, llórala sin juicio, descárgala, no ha sido para tanto.
  • Cintia le confesó a su amiga lo que escuchó en su mente: Eres una gorda , estúpida que no estas al nivel, mereces ser castigada. 

Desgranando a grandes rasgos y de forma muy sencilla, los aspectos más interesantes

Las palabras de su amiga resonaron durante días en la mente de Cintia, aunque no fue consciente de que jamás escuchó lo que realmente le decían. Sólo las interpretó. A veces, en estos casos, resulta útil pedir que nos muestre palabra por palabra las frases y compararlas con su interpretación. En ese caso, no había lugar a la discrepancia. “Te quiero” y “gorda estúpida”, no tienen nada que ver. En otros casos más sutiles, debemos de recordar que necesitamos hablar en base a hechos y no a interpretaciones. Si veo culpa, llevo las gafas de culpa puestas, si veo rechazo, llevo los filtros de rechazo etc.

En esos días Cintia se regodeó en conversaciones ficticias sintiendo los efectos a nivel neuroquímico de esos pensamientos

No quiso abrirse a parar el bucle de esos diálogos, a observarlos, a sentir lo que sentía sin juicio, ni a realizar ninguna actividad con la que transformar esa energía o llevarla a otro nivel. En otras ocasiones había probado la técnica del mordisco y el nudo, ya explicada anteriormente. Es análoga a sentir las sensaciones de la emoción, omitiendo el pensamiento. En una semana había tenido cambios sustanciosos y un cambio en la energía. No obstante, al comprender que mejoraba decidió lícitamente que sentía miedo de lo que ocurría y dejó de hacerlo.

Con respecto a la charla con su amiga, llamémosla Bianca, hubo intentos externos de Bianca por hacerla tomar consciencia. Ante las negativas de Cintia, Bianca tuvo una gran oportunidad para asumir que no había nada que pudiera hacer por ella, más que aceptarla y amarla como era. Durante un año y medio se dedicó a darle amor en sus pensamientos y conversaciones, incluso cuando le decía amorosamente no paso por ahí. 

Cortinas de humo vs hechos, soltar interpretación y observar como un detective amoroso y sin juicio

Tanto los escenarios positivos de la Cintia, como sus escenarios más tenebrosos, en los que ocupaba la mayor parte del tiempo, eran en base a ficciones e ilusiones proyectando carencia. No a hechos. Creía enamorarse de algunas personas al conocerlas. Obviamente si alguien aparece en la vida de alguien tiene una información inconsciente similar, no obstante, Cintia no observaba más información que la de proyectarle todos sus anhelos y deseos de príncipe azul como quine viste a una marioneta con un disfraz. Se enamoraba de sí misma a través de una fuerte hipnosis y no era capaz de discernir qué ocurría.

No le hacía falta más que dos segundos para vestir la marioneta de las características y requisitos necesarios

Una vez vestida la marioneta, obviamente, todo le validaba la condición de príncipe azul: perfecto, amoroso, transparente, único. El dulce caramelo tenía hiel cuando se topaba con la piscina sin agua, frustrada al ver incumplidas sus expectativas. Inicialmente se sentía empoderada al decidir “atreverse” a vivir nuevas experiencias con esas personas. Pero esto no tiene nada que ver con la incertidumbre si vamos desde la irrealidad, la ilusión, la carencia y el miedo.

Desde el yo no me quiero, pero tú me vas a querer, voy hacia más de lo mismo

Se tiraba a la piscina soñando agua y sin mirar si había. Eso es irrealidad, no honestidad. Este factor sigue siendo otro aspecto del sistema de pensamiento del miedo, el ego, la carencia, el especialismo y la separación. ¿Cómo miro si hay agua? Observándome, no observando lo externo. Lo externo es consecuencia de lo que sostengo en la mente. Observo mi respuesta, mis sensaciones, observo con hechos, siendo honesta y coherente si, efectivamente, la piscina tenía agua o no.

Cintia, era un ser inocente y bello, como todos, pero decidía estar en esa situación, luego veremos sin juicio como funciona

Cintia no asumía o aceptaba previamente que los príncipes azules pudieran tener algo que decir en la relación. Su empoderamiento era del estilo: Yo tomo decisiones y tú has de estar de acuerdo. No del tipo: yo me permito tomar decisiones, experimentar y, así mismo, sin culpa, permito que el otro haga lo mismo aceptando o contemplando lo que venga con mente abierta.

Para alguien que ve todo como «crimen y castigo», o eres víctima o eres culpable y , por supuesto, hay castigo. No obstante, víctima y victimario son uno.

 ¿Por qué todo siempre me pasa a mí? Cintia no contemplaba más opciones que dos, o conmigo o contra mí. No podía ser que ese chico tuviera otros gustos, apetencias o directamente no quisiera experimentar el estar con alguien. Si el príncipe azul fuese un monje, ella se habría sentido igual de desplazada. de hecho en una ocasión fue más o menos lo que sucedió.

El pensamiento imperante de este estadio es: Quiero que tú me des lo que me falta y yo no sé que es

Cintia sentía que la vida era una experiencia cruel que, una y otra vez la azotaba. No se abría ni a plantearse que ella no aceptaba: ni su vida, ni sus emociones, ni al otro. Hablaba del  bulling sufrido en su infancia y no era capaz de ver que ella misma machacaba a su vida y le hacía bullling. ¿Se había convertido su personalidad dirigida por esas heridas en su machacador más sanguinario? Por último la percepción del físico pura proyección. Su peso era clínicamente inferior a lo normal para su estatura.

Ante estos casos, podemos abrirnos a respirar y comprender que es lícito vivir esta hipnosis

No obstante, no tenemos por qué validarla en nuestras vidas, por mucho que amemos a la persona que lo experimenta. Amar significa amar. No hay peros ni condiciones. Implica aceptar y conlleva límites sanos. Un límite sano es un acto de amor para todos. Recuerda, si tu hermano te pide que camines una milla con él, acompáñale cinco, pero no te retrases en tu camino mediante él. No intentamos asumir la posición distorsionada, simplemente la observamos como posibilidad y decidimos qué queremos en su lugar.

El que se considera víctima no llora para ser honesto con sus emociones y liberarlas

Quien se ve víctima, se regodea en esa visión de la vida como drama funesto. Llora pero no libera. Reprime, suprime o proyecta para obtener su dosis de drogas mentales a la que es adicta. Esto es, voy a buscar que la realidad de reafirme lo que creo de la vida y me lo refuerce. Tranquilos todos, si a eso voy, puedo estar seguro que eso sucederá. El personaje de víctima oscila entre el castigo y la culpa. No deja salir la energía o la presión por medio de los acontecimientos sin más. Al contrario, se regodea en acumular más de esa presión, memoria o emoción para volver a estallar.

Quiero mi dosis y la quiero ahora

Me he encontrado con casos de personas cuya percepción y necesidad de sostener el constructo de la personalidad, llegaba hasta el punto de ver rechazo, (interpretación), donde los hechos sólo manifestaban amor. Convertir un te quiero en un te rechazo. En otros casos, la persona es consciente de que su percepción es la distorsionada y tiene claro que no hará nada para cambiarla. En otros casos, se atreve a dar pasos en pro de su liberación hasta que es consciente de los cambios y su necesidad de boicot hace que decida seguir en su cárcel mental.

De nuevo reiteramos, estar en la cárceles una opción no juzgable. (Estar en una cárcel simboliza en este texto, la postura de sentirse ajeno y separado a lo que sucede y en conflicto a ello. Investiga más aquí.)

Cada uno puede vivir su experiencia vital como desee, ¿Pero está la aparente víctima conforme con esto? ¿cuán cómoda está ahí en esa experiencia dentro de su incomodidad inmóvil? ¿Caemos en el juego de querer salvar a lo que consideramos víctima? ¿Es sentido común comprender que el tema a solucionar está en uno y seguir en el mismo punto esperando que los demás hagan algo que no estoy dispuesto a hacer yo? ¿Cuánta compensación obtiene la aparente víctima de regodearse en su estado para, aún habiendo experimentado el dejar ir y soltar, decida volver a su jaula?

Somos libres de sostener nuestras creencias o no una vez tomamos consciencia, eso le compete a cada uno.

En este contexto sólo se puede amar incondicionalmente a alguien sin verle como víctima validando así lo que cree ser. Es sólo una entidad inmensa que ha decidido experimentar esa realidad.

¿Qué ocurre? Escondidos tras unos filtros mentales tan opacos y una fuerte hipnosis inconsciente se regodeaban en lo que creían que acontecía, interpretado, para validar los beneficios del pequeño ser y el desmerecimiento. La opción de víctima busca ser inocente y con ello manipula inconscientemente. Algo similar decían Carl Gustav Jung o David Hawkins. Se trata del pago inconsciente de la manipulación que efectúa la víctima.

Esto hace que la aparente víctima se torne en el verdadero victimario (de sí mismo) jugando a un juego hipnótico de cambio de roles a través de la falsa identidad (ego). Accede al artículo de la falsa identidad aquí.

Nuestra tarea es observar también el punto en el que le validamos su experiencia. Aceptar al otro es aceptarnos. No juzgar al otro es no juzgarse. Verlo en su grandeza es no reafirmar su pequeñez. No dejarse manipular por el aparente disfraz sin caer en la tentación de salvarlo cuando nadie nos lo pide es libertad. Se trata de ser conscientes de que si el otro necesita nuestra compañía, es algo de lo que ya dispone por el mero hecho de Ser.

Gracias por este encuentro. En el próximo capítulo de la serie hablaremos de cómo liberarse de anclajes y drogas mentales. Te dejo varias Herramientas aquí por si te sirven.

Puedes leer el volumen 3 de tomar consciencia sobre anclajes y drogas mentales aquí

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